jueves, 6 de septiembre de 2012



Explorador

Arte a cielo abierto

Animales, personajes raros, escenas oníricas. Las chicas de 2 contra la pared pintan murales a pedido en las fachadas porteñas. Los vecinos, contentos
Por María Paula Zacharías  | Para LA NACION

Transformar la ciudad en una muestra al aire libre. Poner color a una calle. Dar nueva vida a una casa. Acercar el arte al público que no visita museos ni galerías. Son propósitos que cumplen Teresa Arce y Alejandra Abrutin, artistas plásticas que forman 2 contra la Pared, un dúo de muralistas que pinta en las calles de Colegiales, Palermo y Barracas.
No son pintoras furtivas ni grafiteras al paso. Lo suyo es crear escenas, mezclar animales y personajes e inventarles historias en las fachadas de las casas donde las convocan para pintar. Se toman alrededor de una semana para cubrir la pared de medianera a medianera, como un bastidor que pintan en su totalidad. Y así, uniendo deseos de los propietarios y sus propias inquietudes y talentos, dan forma a una obra colectiva y pública, en la que los vecinos participan con comentarios y sugerencias. Y tienen un privilegio especial: el respeto de los artistas callejeros de diferente estirpe, que hasta ahora no han intervenido ninguna de sus obras.
Arce y Abrutin son pintoras de tiempo completo, con estilos bien diferenciados. Se conocieron en el taller de Mariano Sapia, y a raíz de un encargo empezaron a pintar paredes a cuatro manos. El primer trabajo fue el frente de la casa que queda en Fray Justo Santa María de Oro 1940, desde siempre cubierto de stencils y grafitis que parecían imposibles de erradicar en un barrio de paredes tan ilustradas como Palermo. Tanto, que se organizan visitas guiadas. En esa fachada entrelazaron las manos de una pareja de gigantes parados en torno de la puerta de entrada, inmersos en un paisaje selvático donde aparecen más personajes, monos, jirafas e hipopótamos. No pasa desapercibida.
La rueda de murales empezó a girar cuando hicieron la inauguración de ese primer cuadro callejero. Champagne, amigos de los dueños y de las artistas, clima de vernissage y una buena idea que empezó a contagiarse. "Nos llegaron pedidos de gente a la que le pasaba lo mismo, o que querían transformar sus fachadas o algún patio", cuentan. Estos trabajos son por encargo, con ideas propias y de los dueños, a un costo que ronda los $ 1000, según las dimensiones, más los materiales."No lo pensamos como un negocio; nos encanta pintar y hacerlo en paredes es un desafío", dice Abrutin.
Empiezan mirando la pared, tal como está. el lienzo. Estudian el terreno, si hay árboles, ventanas o si la obra puede ser vista desde un puente, y lo integran. Se ponen a imaginar y a crear bocetos. Una vez decidido el dibujo, se internan en la calle de ocho de la mañana a siete de la tarde a pintar de corrido. En una semana, de sol a sol, terminan la obra. Sólo las detiene la lluvia. "Tenemos en cuenta que es la casa de otro, así que hasta que no se termina el trabajo no paramos", explican. Pintan con acrílicos para exteriores, que resisten la intemperie con bastante dignidad.
El conjunto de los murales que llevan hechos puede leerse como la obra en evolución permanente de un artista de caballete. No copian cuadros, ni se salen un milímetro de su lenguaje. "Tratamos de escuchar lo que nos piden, y a eso adaptamos propuestas nuestras. Pero pintamos con el estilo que tenemos, que es bastante particular", asegura Arce. En Ciudad de la Paz 58 les pidieron que dejaran afuera a los animales. Pintaron retratos, una mujer tomando sol en una reposera. y un minúsculo gato que no pudieron evitar. En una casa de la calle Palpa les dieron absoluta libertad. Entonces, les salió una escena onírica: una sirena galopando en un pescado y un enorme flamenco. La mujer se quedó impresionada cuando lo vio, porque su hijo cuando era muy chico le había pedido una vez que lo llevara a ver un flamenco. Sin saberlo, pintaron uno descomunal en su pared.
Abrutin lleva doce años de formación en el taller de Sapia. Arce estudió psicología, hizo siete años de escultura y hace algunos años se dedica al dibujo y la pintura. "Enganchamos muy bien, nos potenciamos. El resultado es nuevo, no se parece a la obra particular de ninguna", señalan. Arce se ocupa más del dibujo, y Abrutin domina más el color. La obra de Abrutin es en papel, con acrílicos, tamaño chico, casi siempre retratos. Arce usa su casa de modelo para escenas que pinta en óleo. En acuarelas, pinta situaciones y personajes.
"En los murales hacemos cosas que no habíamos hecho nunca, como animales", reconocen.
El equipo se va consolidando. Dejan los pinceles y toman la brocha gorda con enorme alegría. Se ejercitan en el cambio de escala, y lo hacen a ojo, sin cuadrícula. "Nos complementamos. Aprendemos una de la otra", cuentan. "Partimos de la base de que tenemos el mismo maestro, entendemos la pintura de la misma manera y vemos las mismas cosas", dice Abrutin. "Y hasta que no nos cierra una obra a las dos, se puede cambiar todo. Hemos borrado de la pared personajes gigantes", confiesa Arce.
Dos mujeres pintando un gorila en el frente de una casa. llaman la atención. "Nos gusta cuando pasa la gente y se engancha con lo que hacemos, nos hace preguntas. Una vecina nos ofrece mate. El barrio se pone interactivo, con un clima que está bueno", cuenta Arce. "Se enteran de que estamos pintando y se acercan a hablarnos. Nos gritan cosas desde los autos. Por lo general, siempre con buena onda", dice Abrutin.
Ya hicieron ocho murales juntas. Ahora están bocetando un mural enorme para el Hotel Boca Juniors."Nos da mucho placer pintar, y ver terminados murales de semejantes dimensiones es muy gratificante. Cuando descubrís que la pintura es lo tuyo, no podés parar nunca. Tenés la necesidad de pintar todo el tiempo", dice Abrutin. "Todo lo demás, le saca tiempo a la pintura", concluye Arce.
En internet: www.2contralapared.blogspot.com ; graffitimundo.com (visitas guiadas de arte callejero).

domingo, 10 de junio de 2012


"2 contra la pared" de Alejandra Abrutin artista plástica discípula de Mariano Sapia, está transformando los muros y fachadas de Buenos Aires en una exposición de arte al aire libre. En Colegiales, Palermo y Barracas su obra  esta lejos de aquellos que pintan y salen corriendo. El universo creativo de sus escenas, sus personajes y su potencia artística crean una atracción directa a vecinos y a turistas. La calle es su atelier donde  expande su  creatividad y  establece un vinculo con la gente que pasa frente a sus obras. 

Creo que el hecho de que una pintura este al alcance de todos y pueda ser vista por muchisima gente, la hace mas accesible a un publico que no tiene el habito de concurrir a galerias o museos.
Pintar en la calle es estar abierto al mundo. Escuchamos comentarios, opiniones, la gente para, conversa, me cuenta cosas del barrio.

Abordo la pared pensandola como una pintura, de la misma forma que lo haría sobre un bastidor en un Atelier.

El proceso creativo comienza en el momento que me reuno con la gente interesada en pintar murales en las fachadas de sus casas, su centros culturales, patios o terrazas.

Una vez abierta la propuesta empiezan a surgir ideas y comienzo a crear bocetos en pequeño formato para luego trasladarlos al mural.

A medida que voy trabajando con la pintura sobre la pared también se va transformando y van surgiendo nuevas imágenes.


MURAL SALADILLO